Desde que William Thomas Green Morton, en 1846 en el Hospital General de Massachusetts, llevase a cabo la primera demostración pública del uso del éter como anestésico inhalatorio, la especialidad en Anestesiología y Reanimación ha evolucionado exponencialmente. Tal y como se recoge en “La guía de formación de especialistas” elaborada por la Comisión Nacional de Especialidades, surge en un primer momento de la necesidad de proteger al paciente frente a la agresión quirúrgica. Por lo que su primer campo de actuación fue el quirófano. Hoy en día, la actividad del especialista ha ido extendiéndose a áreas fuera del quirófano, siendo el anestesiólogo demandado en pruebas diagnósticas y terapéuticas que requieren desde sedación profunda hasta anestesia general. Por lo tanto, la demanda aumenta diariamente y el anestesiólogo es solicitado en nuevos procedimientos que se instauran en el ámbito hospitalario.
Por otro lado, la evolución de las técnicas quirúrgicas y la patología concomitante del paciente quirúrgico, ha originado que el campo de actuación haya ido ampliándose al periodo perioperatorio. En 2012, en una editorial publicada en la reconocida publicación «Brithis Journal of Anaesthesia», se hacía hincapié a que el crecimiento futuro de esta especialidad debe pasar invariablemente por la medicina perioperatoria, dentro del contexto del tratamiento integral del paciente quirúrgico: pre, intra y postoperatorio. El punto de vista en el abordaje de los pacientes quirúrgicos está variando drásticamente.
En este sentido, se reconoce la importancia de la actuación sobre la capacidad funcional del paciente previa a la cirugía, ya que condicionará la evolución postoperatoria y el restablecimiento temprano de la homeostasis del medio interno. El tratamiento del paciente en el periodo perioperatorio, lógicamente debe ser multidisciplinar, aunando el esfuerzo de las diversas especialidades implicadas. La medicina perioperatoria cobra especial importancia en la detección y manejo de los pacientes con elevado riesgo. Se reconoce al anestesiólogo como el especialista más cualificado en el tratamiento perioperatorio de los pacientes quirúrgicos, ya que aporta una visión global de los periodos que incluye un proceso quirúrgico.
Durante los últimos años, los pacientes intervenidos quirúrgicamente han experimentado los importantes efectos beneficiosos derivados de los avances que han tenido lugar en el ámbito de la anestesia, el control del dolor, la cirugía mínimamente invasiva y la asistencia perioperatoria en su conjunto. No obstante, debido al número cada vez más elevado de procedimientos quirúrgicos mayores y a la realización de un número de intervenciones también cada vez mayor en pacientes de edad avanzada y de alto riesgo, existe todavía una incidencia significativa de morbilidad y de hospitalización prolongada que obliga a mejorar los resultados obtenidos en el postoperatorio.
Los programas de rehabilitación multimodal surgen a principios de los años noventa como un nuevo concepto de cuidados pre y postoperatorios cuyo objetivo principal es la reducción de la estancia hospitalaria. Esta es una estrategia multimodal que persigue la disminución de las complicaciones postoperatorias y el estrés quirúrgico responsables de la aparición de disfunción orgánica. Es importante destacar en este momento la relevancia que están adquiriendo los protocolos de rehabilitación multimodal en el tratamiento global y multidisciplinar de los pacientes quirúrgicos. Protocolos en los que este Servicio se ha involucrado activamente, no solamente a nivel de nuestro hospital sino a nivel nacional.
Por último, y dentro del contexto de un abordaje multidisciplinar que tiende al máximo aprovechamiento de los recursos del sistema con una mayor eficiencia, se encuentra la cirugía mayor ambulatoria (CMA). Desde su implantación en nuestro país en la última década del siglo pasado, esta modalidad asistencial está en continuo desarrollo. De de hecho, el porcentaje de ambulatorización se considera un indicador de la eficiencia de la gestión sanitaria. El hecho diferencial de esta cirugía se centra en la agilidad de los procesos, la humanización, la menor desinserción social, el menor riesgo de complicaciones sobreañadidas y el ahorro económico. Su éxito depende en gran medida del empleo de técnicas anestésicas que permitan una rápida recuperación con los menores efectos secundarios. Por lo tanto, nuestra especialidad debe implicarse activamente en los procesos de cirugía ambulatoria, desde el momento de la indicación por parte del servicio quirúrgico hasta el alta del paciente de la Unidad y tratamiento posterior.